Fútbol Femenino "EL FUTURO ES FEMENINO"

Este alentador grito retumbó en la Municipalidad de Estocolmo entre los invitados a la elegante cena de clausura de la Copa Mundial Femenina 1995. La frase tuvo repercusión. El futuro parece pertenecer efectivamente a las futbolistas del mundo.

Como se podrá leer en otra sección de este Informe, la competición final enjunio de 1995 en Suecia fue una total confirmación de que el fútbol femenino ha emergido enteramente de su existencia insípida y a veces descuidada de las últimas décadas. Sin duda alguna, el éxito público de este torneo de la FIFA ha tenido una importancia crucial en esta transformación y el fútbol femenino está ahora en condición de valerse por sí mismo y puede mirar con gran optimismo hacia el futuro.

La base ha existido siempre, con las millones de mujeres que jugaron y siguieron el juego durante décadas. Con la supresión de la violencia en los estadios de fútbol en los últimos años, aumentó el contingente femenino de hinchas, eliminándose casi por completo la negativa actitud de condescendencia sexista. El fútbol se está promocionando entre los escolares de ambos sexos en cada vez más países del mundo -siendo EEUU el mejor ejemplo- y se lo incluye asimismo en programas universitarios -siendo EEUU de nuevo el pionero. Las últimas estadísticas de EEUU hablan de ocho millones de niñas y mujeres que juegan al fútbol.

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Mientras que la tendencia general da lugar a una gran satisfacción, existen aún algunos aspectos del fútbol femenino que dejan aún mucho que desear. En la mayoría de los países, solamente los partidos de alta categoría atraen grandes multitudes. La cobertura de los medios informativos -incluso en países con una escuadra nacional poderosa- es relativamente pobre en cuanto a la cantidad y la calidad de los encuentros. Al contrario de la mayoría de los demás deportes, la gama de productos de equipamiento futbolístico se limita a algunos pocos modelos especialmente diseñados para mujeres. Y, naturalmente, aún existen barreras étnicas en varias partes del mundo, originadas por usanzas sociales, religiosas y culturales profundamente arraigadas.

Este último punto será muy difícil de superar y la FIFA tiene que respetar el derecho de las personas de conservar este tipo de impedimentos en el progreso del fútbol. Pero en todos los demás sectores no escatimaremos esfuerzos para fomentar el juego de las mujeres entre un público complaciente y receptivo -masculino y femenino.


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