UN MAL VIENTO TRAE ALGO BUENO

Un jugador belga llamado Jean-Marc Bosman ha demostrado que en el complejo ámbito legal de la actualidad no es necesario ser un jugador talentoso fuera de serie para inscribir su nombre en los titulares casi todos los días. En el caso Bosman, los titulares presagiaron malas noticias para toda la comunidad futbolística, aunque, lógicamente, varias personas, particularmente jugadores que estaban llegando al término de sus contratos, no se sentían muy infelices.

El Caso Bosman La resolución del Tribunal Europeo de Justicia en diciembre de 1995 apoyó el caso presentado por Jean-Marc Bosman contra las autoridades futbolísticas de Europa como resultado de su malograda transferencia de un club belga a uno francés en 1990. El dictamen repercutió rápidamente en el fútbol de Europa occidental, ya que la Unión Europea exigió que se modificaran inmediatamente los reglamentos relacionados con las transferencias de jugadores y con las restricciones de jugadores extranjeros. La inflexibilidad de la resolución y la urgencia de la fecha límite, a mediados de la temporada, ilustraron claramente la indiferencia total, incluso el desdeño total, de la Unión Europea ante la realidad de las competiciones europeas.

Durante los varios meses en que se acumulaban en el horizonte las nubes de tormenta de la resolución Bosman, la FIFA jugó deliberadamente un papel secundario, ya que el asunto concernía efectivamente sólo las 18 asociaciones nacionales de los países miembros de la UE. Es lógico que no se pueden alterar radicalmente las disposiciones estatutarias de casi 200 asociaciones nacionales en todo el mundo porque las leyes afecten a menos de un diez por ciento de los afiliados. El asunto quedó en las manos de la confederación de la FIFA, UEFA, o sea en manos expertas, y particularmente porque la UEFA mantiene un continuo diálogo con la Unión Europea desde hace dos décadas, y ha conseguido varias dispensaciones especiales exitosas para las necesidades del fútbol.

La tormenta se ha desatado y trajo de Bruselas un viento fresco de intolerancia. La FIFA estuvo obligada a añadir su peso para resistir la ráfaga que amenazaba arrasar con gran parte del fundamento sobre el que se basa el fútbol, en Europa y prácticamente en otras partes. Sin embargo, el famoso dicho inglés sostiene que "es un mal viento que no trae nada bueno" y el desafío en los próximos años será tratar de salvar de los restos del caso Bosman aquellas partes que puedan ser empleadas para poder edificar un orden futbolístico mundial nuevo y duradero.


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