NINGÚN SUSTITUTO PARA LA FALIBILIDAD HUMANA

En lugar de "árbitro profesional", léase la "profesionalización del arbitraje": una diferencia sutil pero vital en el esfuerzo de la FIFA de elevar el nivel del arbitraje a la cúspide del juego. El órgano mundial continúa su cruzada de colocar a los árbitros en la misma categoría económica que los jugadores que actúan bajo su control, pero también aquí se tuvo que admitir que la revolución del arbitraje mencionada en el Informe de Actividades de 1992-94 puede alcanzarse solamente a pasos lentos.

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La idea de que los árbitros tengan que dedicar completamente su vida laboral al deporte no está desprovista de ciertos riesgos; riesgos que incluso varios árbitros de élite no están completamente decididos a tomar. Por consiguiente, sería mucho mejor ofrecer a los árbitros una seguridad social que les permita un estilo de vida para dedicar más tiempo -pero no todo- al deporte. Este compromiso parece ser más aceptable tanto para la mayoría de los árbitros, como para las asociaciones nacionales.

Incluso una profesionalización tal del arbitraje en la categoría más alta no excluye la posibilidad del error humano; de modo que, en 1995, se efectuó al respecto una añadidura importante a la Regla V para proteger a los árbitros de toda responsabilidad legal relacionada con las consecuencias de sus decisiones en el terreno de juego. La frase de que el Fútbol es un deporte para Seres Humanos, jugado por Seres Humanos y arbitrado por Seres Humanos ha sido citada infinitamente y sigue siendo tan importante como siempre.

La presión de introducir algún tipo de aparato electrónico para supervisar la actuación del árbitro está creciendo, pero los partidarios de una tal revolución son aún una pequeña minoría y no se dan cuenta de que la mencionada falibilidad humana forma parte del atractivo del juego propiamente dicho.

Además, los pocos experimentos realizados con árbitros electrónicos no han tenido ningún éxito, a lo sumo resultaron ser poco convincentes. Ideas fantasiosas como cuatro árbitros sentados a la altura de los travesaños o armados con pantallas de video en las tribunas pertenecen todavía al género de la ciencia ficción futbolística. Considerando la marcha del progreso tecnológico, la única concesión que ha hecho la FIFA en el arbitraje es experimentar, a partir de los Juegos Olímpicos 1996, con un sistema de sensores ("Impulser") de transmisión de los jueces de línea (ahora árbitros asistentes) al árbitro y viceversa, sin la posibilidad de conversación, para alertar al colega en caso de una infracción desaparcibida o de un fuera de juego.

Es interesante señalar que la causa de la facción antitecnológica halló el apoyo de un sector inesperado. El canal de TV francesa más grande, el TF-1, anunció que se refrenará de repetir incidentes en los que se pueda probar en base a una videograbación que el árbitro ha cometido un error. El argumento de TF-1 es que si el árbitro ha tomado una decisión, entonces no tiene ningún sentido tratar de demostrar que se ha equivocado, ya que una prueba tal no cambiaría nada. Es una filosofía liberal desde el punto de vista futbolístico, pero no fue aceptada por otras emisoras, las cuales opinan que a pesar de que esta decisión apoye al árbitro en su difícil tarea, la política es contraria a la obligación de los medios de proporcionar todas las informaciones que tienen a disposición. Esto demuestra claramente el aspecto polémico de este asunto.

Uno de los aspectos más satisfacientes en el desarrollo del arbitraje en los últimos dos años se dio en el fútbol femenino. Seis árbitras y siete juezas de línea participaron en la Copa Mundial Femenina en Suecia, y la actuación de algunas de ellas como la canadiense Sonia Denoncourt en el partido de apertura o la sueca Ingrid Jonsson en la final demuestran incuestionablemente que la FIFA está en el sendero correcto también en este sector. En consecuencia, se incluyó un contingente de funcionarios femeninos más amplio en el grupo de arbitraje para el Torneo Olímpico de Fútbol, con la posibilidad de que algunas árbitras dirijan incluso algunos partidos masculinos. Sin duda alguna, el arbitraje ya no es únicamente un mundo de hombres.


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