OCEANIA NO ES MAS EL PARAISO PERDIDO

POR JOSEPHINE KING
secretaria general de la Confederación
de Fútbol de Oceanía.

Muchas veces escucho la observación de que debo tener uno de los mejores trabajos en el fútbol en todo el mundo, ya que viajo por todas esas hermosas islas orladas de palmeras organizando la vida futbolística de la feliz y apasionada gente del Pacífico y no teniendo nunca el problema de tener que postergar un partido por niebla o hielo o nieve.

Sin embargo, todo esto es solamente una cara de la moneda.

En la actualidad, la buena noticia es que, con la decisión de la FIFA en el Congreso de julio de reconocer a Oceanía como confederación con todos sus derechos, todos nosotros en la OFC podemos abordar ahora la próxima fase de nuestro trabajo y encargarnos de los problemas que nuestra situación ambigua de los últimos años ha forjado en el desarrollo del fútbol en nuestra región.

Ahora que nuestro papel en el mundo del fútbol ha sido regularizado (a falta de una mejor palabra), podemos comenzar a transformar seriamente en hechos lo que hasta ahora eran meras palabras. Ahora podemos sentarnos a la mesa del Comité Ejecutivo de la FIFA y beneficiarnos de nuestro derecho de voto para cambiar y moderar, pactar y hala-gar, argumentar y defender, iniciar y desafiar delante de todos los demás miembros de la gran familia del fútbol.

Es realmente difícil describir cuán frustrante fue en los últimos ocho años, desde que fui nombrada secretaria general de la única "entidad geográfica" del fútbol, ver como nuestra región -la cual grita más que nadie a voz en cuello por una atención especial- pasaba inadvertida por los corredores del órgano regente del fútbol mundial.

Desde julio, inmediatamente después de la decisión del Congreso, nos pusimos de acuerdo con una compañía de mercadotecnia deportiva con sede en Hong Kong para representar y desarrollar los intereses comerciales de la OFC.

De esta colaboración emergerá un perfil completamente nuevo para nuestro cuerpo administrativo de diez miembros, con proyectos como una revista trimestral, la inclusión de una página en Internet y una consultoría de mercadotecnia para todos nuestros miembros.

De modo que convertirse en una confederación no es solamente una cuestión administrativa, sino que es más bien una iniciativa futbolística que da libre acceso a una tierra anteriormente prohibida de oportunidades y promesas.

Sin embargo, lo más importante es la pregunta del significado que tiene este cambio para los jugadores.

No existe duda alguna que Oceanía dispone del talento individual para triunfar con o sin la posición de confederación. Australia y Nueva Zelanda han demostrado ser una cuna fértil de talentos para las ligas de Europa, las Américas y Asia. Las ligas profesionales en ambos países continúan sembrando y criando futuras estrellas de fútbol a través de un programa perfectamente estructurado de aspectos competitivos y exigentes. A comienzos de este año, el Secretario General de la FIFA indicó incluso que su equipo suizo favorito fichó a un gran talento de Nueva Caledonia (!).

El desarrollo de tales carreras profesionales individuales ha sido un gran aliciente para nuestra labor de evolución, ya que no existe nada más alentador para un joven que triunfar.

Tenemos la confianza de que a través de nuestros nuevos acuerdos de comercialización se inviertan mayores recursos en el juego, así como en los jugadores, ya que ahora tenemos la posibilidad de ofrecer, por primera vez, a corporaciones y emisoras una relación comercial a largo plazo con el fútbol de esta parte del mundo.

Tomando como ejemplo las confederaciones de Europa, las Américas, Africa y Asia, establecidas hace muchos años, nuestro nuevo espíritu comercial deberá tener un impacto positivo en nuestros miembros en el esfuerzo por indicarles el camino que lleva adelante por el mismo sendero y a través de programas similares en sus respectivos países.

Desde su creación, la OFC ha afrontado siempre el desafío de establecer un sistema de administración, competición y dirección técnica funcional que haga justicia a nuestros talentosos jugadores y les ofrezca un sólido apoyo para nutrir su evolución como individuos y en el equipo.

Nos esperan aún épocas difíciles. Además, existen ciertos aspectos que ni siquiera nuestro nueva posición anhelada puede solucionar: la enorme extensión geográfica entre nuestros países miembro, su escasa población y las limitadas fuentes comerciales en algunos de ellos, así como el reto de otras disciplinas deportivas y sus propios programas de largo alcance.

No obstante, desde mi punto de vista, el futuro es más prometedor que nunca gracias a la histórica decisión de julio pasado. Sabemos que nuestros compañeros miembros de la FIFA en todo el mundo han depositado su confianza en nosotros, sabemos que quieren ver resultados y es gracias a ellos que tenemos los instrumentos necesarios para cumplir nuestras tareas.

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