A instancias de la FIFA, se habla actualmente mucho sobre el profesionalismo en el arbitraje, un tema que ya no es tabú en el mundo futbolístico hiperprofesional y mediatizado.
ndependientemente de que los árbitros se conviertan o no en más profesionales, ¿por qué no asumen el silbato muchos más antiguos jugadores internacionales de renombre? Casos como el del suizo Serge Muhmenthaler o Karoly Palotai de Hungría, y algunos otros, son más bien la excepción que la regla. Resulta algo paradójico que en este deporte tan apasionante, los antiguos jugadores célebres quienes durante sus carreras han dudado hasta cierto punto de la habilidad de los árbitros que dirigieron sus partidos, vacilen tanto ante el paso de someterse al examen de arbitraje después de finalizar sus carreras. Más aún, uno puede convertir el fútbol en su profesión, discutir las decisiones arbitrales, convertirse en astro nacional e incluso internacional, sin tener que someterse a ningún examen sobre las Reglas de Juego, por más que éstas constituyan un "negocio" muy remunerador. Esto es extraordinario si se considera que todas las profesiones conceden diplomas –siempre y cuando el candidato haya demostrado que conoce a fondo la materia. Ciertas personas consideran exagerado hablar sobre jugadores que ponen en duda las decisiones arbitrales sin conocer mejor las reglas: hace algunos años, organicé una pequeña prueba, deliberadamente provocante, para demostrar esta tesis. Preparé un cuestionario simple sobre las Reglas de Juego y pedí a algunos jugadores profesionales que me contestaran las preguntas. El resultado fue elocuente, por más que los jugadores no fueran de la misma opinión. Todos estuvieron lejos de obtener incluso una nota regular y, en el último minuto, uno se opuso a responder rotundamente.
Consciente de este hecho, la Federación Francesa de Fútbol introdujo un proyecto innovador (¿revolucionario?) en 1979, permitiendo una ascensión rápida de los antiguos jugadores profesionales en el cuerpo de los árbitros de élite: "El perfecto conocimiento del fútbol que los jugadores adquirieron en el transcurso de sus carreras autoriza a pensar que tienen la posibilidad de quedarse en el medio que los rodeó durante años y que lo enriquecerían incluso con sus respectivas experiencias". El proyecto tenía por finalidad eliminar el argumento de que las reglamentaciones para la carrera de árbitro son muy restrictivas, pero el tiro salió por la culata, ya que en todos estos 17 años, ¡ningún jugador se presentó como candidato! Ante el desempleo que amenaza al fútbol y la revaloración consecuente de las indemnizaciones de los árbitros, los sindicatos de jugadores profesionales volvieron a reflexionar sobre el tema. Se readaptaron los criterios relacionados con la edad de los árbitros y el proceso de examen, de modo que los candidatos disponen ahora de dos posibilidades para llegar al nivel nacional: una es el camino largo y tradicional, mientras que la otra es un curso especial acelerado para antiguos profesionales con la finalidad de ofrecerles una nueva carrera. Debemos reconocer honestamente –aunque no es sorprendente– que el interés no fue arrollador. Además, los árbitros "normales" no estuvieron muy encantados (para decirlo suavemente) con este bono especial para aquellos con un supuesto talento especial, mientras que ellos deben seguir recorriendo el largo y difícil camino para arribar a la cúspide. El antiguo jugador del Metz y del Sedan, Jean Marc Rodolphe, fue el primero en lanzarse al agua. Altamente motivado (pero no por dinero), nuestro "conejillo de Indias" nunca ha ocultado su inclinación por probar su suerte en el sector futbolístico tan menospreciado por sus compañeros futbolistas y buscó, sin mucho ruido, pero con gran obstinación, su ascenso, salvando todos los obstáculos de cinco años en un solo año. Actualmente está arbitrando eficiente y fiablemente en la cuarta y quinta división francesa, a sabiendas de que no se le perdonará nada por el solo hecho de su estado especial. Estas reconversiones aceleradas no constituyen, ciertamente, la panacea para la difícil labor de reclutar árbitros, pero tienen, al menos, el mérito de ofrecer una visión más abierta del asunto. El día en que un Michel Platini u otras figuras menos rutilantes asuman el silbato, la labor del árbitro obtendrá algo más de respeto y el fútbol, nuestra mayor preocupación, se beneficiará automáticamente. Michel Vautrot es francés y fue árbitro activo de la FIAF hasta 1990. Hoy forma parte de la Comisión de Arbitros de la FIFA. Retornar a la Tabla de Contenido [TOC] Copyright © 1994-97 FIFA. All rights reserved. Copyright © 1997 En-Linea, Inc. All rights reserved. |