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Recuerdan aquellos partidos de juventud que terminaban con unas goleadas de 19 a 18 porque caía la noche y ya no se podía seguir jugando? ¿Cuando tres córners valían un gol? ¿Cuando colocábamos alguna indumentaria o piedras como postes de arcos?

      Se puede patear una pelota todo el tiempo que se quiera, pero tarde o temprano se querrá llegar a un resultado final. Luego se podrá soñar con goles que deciden Mundiales o las tripletas en el Wembley...

      La gente mayor (incluso mayores que yo) alegará que en sus épocas se marcaban muchos más goles. Estadísticamente, tienen razón. Dirán asimismo que los goles eran mejores. Objetivamente, están ciertamente errados.

      Tomemos el Mundial como ejemplo. ¿Quién apostaría a que se pueden repetir resultados como aquel 7 a 5 de Austria contra Suiza en 1954 en los cuartos de final o aquel 6 a 5 del Brasil-Polonia en 1938?

      Pero veamos esos goles y ¿quién osaría negar que la mayoría no debería haber sucedido? - y que en la actualidad no sucederían por cierto. Defensores que no marcaban, porteros que no salían más allá de sus líneas de meta... delanteros que disponían de todo el tiempo y el espacio deseados, algo que resulta sólo un sueño para los arietes de los años 90. Los goleadores de hoy en día se tienen que limitar a la calidad y no la cantidad.

      En este número de FIFA Magazine echamos una mirada a las tendencias en el arte de marcar goles, tomando como base las Copas Mundiales. El promedio de 2,67 tantos marcados este año puede competir con cualquiera de los torneos hasta 1958, cuando (¿quién osa decirlo incluso en voz baja?) una que otra de las anotaciones áureas de Pelé no fueron precisamente lo que se llamaría verdaderos golazos.

      Asimismo en este número, entrevistamos al máximo goleador de Francia 98, Davor Suker, de Croacia, un jugador que, por cierto, había aparecido ya en la portada de nuestra revista en 1987 con el equipo yugoslavo que había ganado el Campeonato Mundial Juvenil de ese año en Chile. Los jugadores del calibre de Suker parecen pertenecer a una estirpe en vías de extinción, ya que el talento de imponerse a defensas cada vez más impenetrables se está convirtiendo poco a poco en una rareza.

      Una rareza tal entraña su valor especial que solamente los más acaudalados pueden permitirse. Suker viste los colores blancos del Real Madrid, mientras que otros goleadores contemporáneos llevan o han llevado el azulgrana del FC Barcelona. Nuestra revista paga tributo al "Barça" al filo de su centenario - un centenario pleno de grandes jugadores, grandes partidos y...grandes goles. En realidad, ¿qué sería el fútbol sin ellos?

Keith Cooper, Director of Communications
Keith Cooper, Director de Comunicaciones


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