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Joseph S. Blatter Espectacular,grandioso...¡lo máximo!

RReúna un grupo de hinchas de fútbol y tarde o temprano la conversación se concentrará en un mismo tema: ¿quién es el mejor jugador de todos los tiempos?

       Naturalmente no existe una respuesta definitiva, pero justamente por ello el debate resulta tan animado. La subjetividad nunca ha sido la madre de la concordia.

       Comparar las figuras estelares contemporáneas con aquéllas del pasado ha sido siempre una práctica provocadora. Los recuerdos de la juventud tienden a ser engañosos: cuando pequeños, los veranos eran siempre más largos, las manzanas más jugosas, el césped más verde y, por la misma razón, los delanteros eran siempre más veloces, los defensas más robustos, los remates más potentes. Nuestros héroes locales eran -como mínimo- tan buenos como las estrellas internacionales de la actualidad...

       ¿O acaso no lo eran?

       No se puede reprochar a nadie por aferrarse a tales recuerdos, quizás una especie de defensa contra la marcha del tiempo y las inevitables reivindicaciones de una generación más joven. También en este aspecto el fútbol no se diferencia de los demás senderos de la vida. No obstante, no se puede negar el argumento objetivo de comparar el fútbol con los otros deportes en los que las plusmarcas demuestran que los atletas contemporáneos son más veloces, más fuertes, más atléticos ...mejores que aquéllos de las pasadas décadas. No existe un argumento racional que diga que el fútbol es una excepción a esta probada regla.

       La respuesta conveniente - no sólo conveniente, sino significativa - sería afirmar que es imposible efectuar comparaciones entre las épocas.En las respectivas épocas, la grandeza se establecía a través de la habilidad individual de elevarse por encima de los demás, y estamos convencidos de que los verdaderos jugadores de renombre habrían estado indudablemente en condición de superar su magnífico nivel de rendimiento si los adversarios hubieran sido mejores.

       Aún mejor sería la conciencia del valor de cada individuo por derecho propio, hecho que fue objeto de un evento único presentado por la FIFA y el Salón de Campeones del Fútbol Internacional en una noche memorable de enero, ampliamente comentado en este número.

       Los gigantes del pasado compartieron el escenario de Disneylandia con las estrellas de la actualidad y hubo seguramente un gran número de personas que querían comparar las diferentes generaciones representadas por dichos jugadores. ¿Habría estado Pelé en condición de marcar los goles que se han convertido en la especialidad de Ronaldo? ¿Remata Roberto Carlos con mayor potencia que Bobby Charlton? ¿Habría podido batir Brasil 97 al Real Madrid de los años sesenta?

       Todas preguntas incontestables, pero los debates fascinantes continúan - y continuarán siempre.

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