POR: CAROLINE HANLON

CAROLINE HANLON fue elegida por la Asociación de Fútbol de Irlanda para recibir el trofeo Fair Play de la FIFA en nombre de los hinchas de la República de Irlanda.

       Recibir el premio Fair Play de la FIFA en nombre de todos los aficionados irlandeses fue como un sueño. Pero seamos sinceros: si el escenario de Disneylandia en París hubiera sido suficientemente amplio, habría habido varios cientos de aficionados en las tablas junto a mí, ya que somos una gran comunidad de aficionados y yo fui simplemente la afortunada que fue elegida para llevar el trofeo a casa a Dublín.

       No obstante, a veces pienso que los hinchas no deberían compartir el escenario con los astros. Las celebridades deberían ser lo que son, celebridades; accesibles, pero, al mismo tiempo, ligeramente fuera de alcance. Los hinchas deben elevar la vista hacia ellos y una parte de este misticismo desaparece invariablemente si nos codearíamos frecuentemente.

Considero asimismo que el premio Fair Play no se adjudicó solamente a los seguidores irlandeses por más que estemos orgullosísimos de haberlo recibido sino a todos los genuinos hinchas de fútbol de todo el mundo. Los verdaderos hinchas del fútbol comparten un sentido de comunidad que nos une a todos, independientemente del equipo que apoyamos y de una forma que nos satisface poder compartir nuestro trofeo con todos los aficionados del planeta.        Es bueno saber que la FIFA no olvida a los hinchas. Son una parte vital del fútbol y las autoridades futbolísticas deben recordar que los grandes partidos no serían por lejos lo que queremos que sean sin el efervescente clamoreo, vitoreo y los cánticos de animación provenientes de las gradas.

a veces pienso que los hinchas no deberían compartir el escenario con los astros. Las celebridades deberían ser lo que son, celebridades; accesibles, pero, al mismo tiempo, ligeramente fuera de alcance.

       Existen momentos en que los hinchas tienen la impresión de no ser consultados suficientemente sobre los asuntos que les conciernen, y tenemos la firme esperanza de que las personas encargadas del fútbol en todas las categorías no olviden jamás la importante función que desempeñamos. Reconocemos que, gradualmente, el hincha está beneficiándose de diferentes formas, como por ejemplo con la mejora del confort en muchos estadios. Sin embargo, con una infraestructura mejorada aumentan los precios y debemos poner atención a no quitarle al hincha en los estadios las prerrogativas que tiene frente a los telespectadores.

       Soy seguidora de Irlanda desde que tenía siete años. Los puntos culminantes fueron, naturalmente, la participación de nuestra selección en el Mundial de 1990 y nuevamente en 1994, cuando nos codeamos con los mejores del mundo. Tuve la posibilidad de viajar por toda Europa con el equipo, visitar varios países donde el pasaporte era la bufanda verdiblanca de Irlanda. El único partido al que no pude asistir fue uno contra nuestros vecinos de Irlanda del Norte, en Belfast, por motivos de seguridad. Fue una gran decepción para nosotros, particularmente por que era un partido muy importante. No obstante, el gol de Alan McLoughlin será siempre el momento más memorable para mí, ya que significó el pasaje a EEUU 94.

Somos inseparables. La selección sabe que dispone de una banda leal de seguidores que canta el himno nacional irlandés antes de cada partido y que nunca la abandonará o desdeñará, gane o pierda. Y sabemos que el equipo siente exactamente lo mismo por nosotros.

Entre la selección irlandesa y sus hinchas hubo siempre un vínculo muy especial y lo mismo vale para los entrenadores nacionales de los pasados años Jack Charlton y Mick McCarthy. Somos inseparables. La selección sabe que dispone de una banda leal de seguidores que canta el himno nacional irlandés antes de cada partido y que nunca la abandonará o desdeñará, gane o pierda. Y sabemos que el equipo siente exactamente lo mismo por nosotros.        Esta relación tan estrecha se debe quizás a que provenimos de un país relativamente pequeño, y también porque el éxito de fines de los años ochenta y comienzos de los noventa fue una especie de recompensa tras tantos años de espera. Sea lo que fuere, todos disfrutamos este vínculo y nos ha ayudado a concentrarnos más en nuestra buena reputación relativa a la deportividad.

       Es una gran decepción no poder estar en Francia alentando a nuestro equipo en el verano próximo. Creo que algunos de nosotros no se han repuesto aún del gran golpe de haber sido eliminados en los dramáticos partidos de desempate contra Bélgica. Por más que la camiseta verde no esté presente en Francia, nuestro interés seguirá siendo grande, ya que un verdadero hincha sigue todos los partidos y no solamente los de su propia escuadra.

       Naturalmente, estamos ya ahora deseando estar presentes en Japón y Corea dentro de cuatro años...

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