ISSA HAYATOU - PRESIDENTE DE LA CAF

ISSA HAYATOU: UNA CARRERA EJEMPLAR EN ARAS DEL DEPORTE

Issa Hayatou nació para dirigir y servir: dirigir con sus ideas, organizar todo desde partiditos de niños hasta los eventos de mayor envergadura, servir a los otros con generosidad y benevolencia y con una honestidad motivada por el sentido de justicia y pasión.

POR HÉDI HAMEL
Redactor Jefe de la revista: Afrique Football

Nacido en Garoua el 9 de agosto de 1946 en una familia descendiente de sultanes islámicos del siglo XVI, Issa Hayatou estará siempre marcado por una austera educación, una vida familiar disciplinada y el intenso afecto de los suyos. Los Hayatou provienen del norte de Camerún, un lugar conocido durante siglos como un feudo de nobleza y sagacidad. Esta familia de amplia ramificación gozó durante mucho tiempo de un resplandor especial entre la población local: tradicionalmente, no se efectuaba absolutamente nada sin la aprobación de los Hayatou. Sin embargo, este respeto y reconocimiento no fueron nunca utilizados contra la voluntad popular. En Garoua reinaba una perfecta armonía entre toda la población.

Fue en este entorno sano que se educó Issa Hayatou. Parte de una familia grande, estudioso y musulmán devoto, Issa Hayatou pasó el aprendizaje de la vida y, pese a dedicarse a estudios superiores, reveló una profunda inclinación por las actividades físicas y deportivas. Al comienzo, su obsesión fueron los caballos al tenor de la tradición de sus antecesores-, luego las carreras y, finalmente, los deportes colectivos. El deporte era lo único que le hacía desobedecer a sus padres. Amaba a su padre por su sabiduría y sentido común e idolatraba a su madre que lo llenaba de afecto. Sin embargo, desafiaba a ambos cuando practicaba deportes con sus amigos y, pese a todo, Hayatou se convirtió en un excelente jinete, un buen jugador de baloncesto y, ante todo, en un extraordinario atleta especializado en 800 metros y carrera de vallas. Se le apreciaba por su camaradería y deportividad, así como por su generosidad en la victoria y la dignidad en la derrota. Mientras que sus hermanos hicieron carrera en diplomacia, política y educación, Issa optó por seguir una carrera deportiva, para el gran disgusto de toda la familia.
Issa Hayatou en 1973: campeón africano en los 400 m.
Fotos: Afrique Football

Después de la universidad obtuvo el diploma de profesor de educación física y deportes. En 1975, tras finalizar el Instituto Nacional de Juventud y Deportes, fue nombrado entrenador provincial de atletismo. Llamó la atención de los órganos del fútbol camerunés por sus capacidades de dirigente y administrador y muy pronto fue nombrado Vicepresidente de la Federación. Pese a su pasión por el atletismo, Issa era un fervoroso aficionado al fútbol. Asistía a menudo a los partidos de la liga nacional y trató de conocer cada vez más a fondo los misterios del balompié. Entre 1976 y 1982 desempeñó la función de Secretario General de la Federación Camerunesa de Fútbol. Su sentido de organización y su tenacidad le permitieron mantener este puesto estratégico durante años y le abrieron nuevos horizontes más amplios. Fue nombrado vicedirector de Deportes Civiles y Relaciones Internacionales, luego director nacional de Deportes entre 1983 y 1987, afianzándose en este puesto como un hombre lleno de imaginación y determinación. Una vez más, el fútbol desequilibrado y mal administrado volvió a golpear a su puerta. Asumió el cargo de Presidente de la Federación Camerunesa en marzo de 1987 y fue durante este mandato que su reputación escaló vertiginosamente.

Casado, padre de tres hijos y con 41 años de edad, Issa Hayatou se había establecido como una persona respetada por todos y con un futuro muy prometedor. Fue nombrado para la Comisión de Desarrollo Técnico de la CAF y miembro del Comité Ejecutivo, donde se codeó con los grandes nombres del fútbol africano: el General Mostafa, el Doctor Halim, el Presidente Ydnekatchew Tessema, Omar Sey y muchos otros. En la CAF, Issa Hayatou se distinguió por su espíritu abierto y su entrega total, pero llamó también la atención por su forma de tomar posiciones firmes. No fue nunca hombre de compromisos. Se opuso a veces con gran vehemencia al Presidente Tessema, quien no soportaba los debates contradictorios. Más de una vez, los dos personajes hablaron sobre este asunto. "Reconozco que el Sr. Tessema no aceptaba que le contradijeran", comenta Hayatou, "pero en el fondo de su corazón amaba la franqueza, reflejo de lealtad. Nuestra relación era a veces muy movida, pero era muy productiva, pues éramos muy abiertos el uno con el otro". Cuando falleció Tessema en 1987, Camerún propuso a Hayatou como candidato a la presidencia de la Confederación Africana de Fútbol. Fue elegido en el Congreso de 1988 en Casablanca y calurosamente felicitado por el Dr. Joáo Havelange.

Esta elección fue un nuevo desafío para Hayatou, quien, en opinión de algunas personas, era demasiado joven e inexperto desde el punto de vista internacional para esta función. Sin embargo, emprendió una obra gigantesca a nivel continental, comenzando por cumplir la promesa electoral de visitar a todos los países miembros de la CAF. Halló gran apoyo en su gira a medida que las personas lo conocían mejor, considerándolo ante todo como una persona simple y humilde. Fue una cruzada triunfal y una nueva página en la historia del fútbol africano, ya que nunca antes un presidente de la Confederación Africana se había dado la pena de recorrer miles de kilómetros para obtener una impresión directa de lo que estaba sucediendo en cada país miembro y para reunirse con los principales dirigentes locales del fútbol continental en sus respectivos países.

Una vez finalizada esta labor monumental de relaciones públicas, Issa Hayatou echó manos a la reorganización del fútbol africano: sus estatutos, su texto oficial, reglamentos, competiciones, organización general todo fue revisado, remozado, simplificado o amplificado. Ante todo, introdujo un toque de disciplina en un organismo frecuentemente criticado en el pasado por su laxismo. Las innovaciones desfilaron a un ritmo mareante: creación de la Supercopa Africana, de la Copa de la CAF y de un Campeonato Africano Sub-17; aumento del número de equipos en la competición final de la Copa Africana de Naciones (de ocho a doce, luego de doce a dieciséis en la actualidad). Todas estas medidas contribuyeron no sólo a la credibilidad de la CAF en cuanto a su nueva orientación, sino que reforzaron también su posición de presidente. Conocido ya por sus cualidades humanas, su carácter abierto y sus esfuerzos de unificación, consiguió ahora afianzarse como verdadero líder. Fue reelegido sin oposición en el Congreso de Dakar en 1992 y nueva-mente en Johanesburgo a comienzos de este año por tercera vez consecutiva.

Paralelamente, Issa Hayatou estaba esculpiendo su carrera en la FIFA, convirtiéndose en el entretiempo en un vicepresidente apreciado por todos debido a su independencia y franqueza total. Con motivo de las sesiones de la FIFA en octubre de 1994 en Nueva York, reivindicó el destino de un continente con 51 asociaciones miembros y, provisto de su reputación, independencia y determinación, granjeó el respeto de Europa y Sudamérica y de los dirigentes de la FIFA, transformándose en un hombre con mucho peso en el parlamento mundial del fútbol.

Modesto y discreto como es, Hayatou no trató de hacer alarde de su éxito de haber obtenido cinco lugares mundialistas para África, sino que retornó a su continente y se dedicó a continuar su trabajo de reestructuración de la confederación. Se entregó al delicado problema de la separación de poderes de las autoridades nacionales políticas y deportivas, reconociendo que es una "píldora amarga". Declaró la guerra a la violencia en el fútbol y encomendó a Mustapha Fahmy, su secretario general ponderado e incorruptible, la estricta aplicación de sanciones. Finalmente, abrió nuevos recursos financieros para la CAF provenientes de la comercialización de los derechos de publicidad y de televisión al punto de que la CAF dispone ahora de una fuerte base financiera, credibilidad en sus gestiones y puede encarar el fin del siglo con gran optimismo, faltándole solamente algunos ligeros toques por hacer.
Issa Hayatou conversando con el Presidente de la FIFA Dr. Joo Havelange (dcha.): al fondo el Secretario General de la CAF Mustapha Fahmy.
FOTO: HENRY SZWARC

Issa Hayatou ha ganado su primera batalla en estos ocho años como Presidente de la CAF: la de demostrar que la confederación tiene realmente una posición de liderazgo en el fútbol en todo el continente. Sin embargo, sus ideas no se han agotado aún: quiere implantar una "Liga de Campeones", según la fórmula europea; aumentar el nivel de arbitraje y seguir luchando, sin merced, contra la violencia en los estadios. Al mismo tiempo, espera que el fútbol africano continúe manteniendo su presencia internacional en la Copa Mundial y su supremacía en las competiciones juveniles.

A nivel más personal, desearía pasar más tiempo con su señora y familia en Yaoundé y en su ciudad natal Garoua. Es allí donde se repone entre viajes de negocios para recargar sus baterías, en ese entorno tan amado, rodeado de sus amigos de infancia. Le encanta ser ejemplo de sus obreros, trabajando todo un día en el campo junto a ellos. Sus pocos momentos de ocio los consagra a la lectura y a la recopilación de informaciones y le agrada ser anfitrión en su mansión de campo para entretener a invitados ilustres locales, nacionales y también extranjeros. Pese a todo, el fútbol sigue dictando el ritmo de su vida familiar. Su hermano mayor, antiguo Primer Ministro, es su mejor asesor y le proporciona numerosas recomendaciones sabias, razonables y, a veces, insospechados análisis.

En pocos meses, Issa Hayatou cumplirá cincuenta años de edad. "Es el gran viraje en la vida", repite frecuentemente. "Es cuando un hombre sopesa todo lo que ha hecho en la primera gran parte de la vida antes de lanzarse a los proyectos del futuro". Issa Hayatou puede estar orgulloso ya ahora de todo lo que ha alcanzado y, sin duda alguna, de todo lo que le espera aún.

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