A PARTIR DEL 1º DE JULIO NO EXISTE MÁS EL JUEZ DE LÍNEA

¡VIVA EL ARBITRO ASISTENTE!

POR MICHEL VAUTROT
Michel Vautrot es francés y era
árbitro de la FIFA hasta 1990.
En la actualidad es miembro de la
Comisión de Arbitros de la FIFA.

Ha muerto el juez de línea. ¡Viva el árbitro asistente!

Los medios de comunicación no parecen haber dado gran importancia a la decisión del International Board de reemplazar -por sugerencia de la FIFA- el nombre de "juez de línea" por el de "árbitro asistente". No se trata, por cierto, de una revolución en las Reglas de Juego, sino más bien de un profundo deseo de borrar de la memoria este término incorrecto que daba la impresión de que la función de la persona con el banderín se limitaba a indicar solamente la salida de la pelota o a señalar el fuera de juego.

Esta confusión lamentable me irritaba constantemente, en particular cuando escuchaba en las tribunas o en el terreno de juego, o leía en los periódicos, que "sería tiempo de dar mayores responsabilidades a los dos semáforos al borde de la cancha", a pesar de que sus deberes sean mucho más amplios en virtud de las Reglas de Juego. Muchas veces era también lamentable escuchar cómo algunos jueces se disculpaban por falta de iniciativa -¿o coraje?- ante el árbitro, diciendo que "habían cerrado los ojos ante ciertos incidentes ocurridos a espaldas del árbitro para no complicar más su labor" - lo cual equivaldría, en el derecho penal, a no ayudar a una persona necesitada.

En épocas pasadas (por desgracia, las mías), cuando cambiábamos alegremente del centro a la banda o viceversa, la función de juez de línea me inspiraba siempre una sensación contradictoria entre señalar noblemente todo y estar aterrado de temor de efectuar un error en una función que... ¡me calzaba como un guante en el ojo! Sin mencionar aquellos que, en el sistema antiguo, se sentían estúpidamente "degradados" cuando tenían que cambiar el silbato por el banderín.

¿Juez de línea o árbitro?

En el entretiempo, la FIFA ha creado una mini-revolución "cultural" en un sector muy sensible, declarando oficial lo que yo venía pensando desde hace mucho tiempo: crear dos "oficios" distintos en el arbitraje, en los cuales cada responsable podría rendir al máximo en su respectiva función, sin necesidad de ser muy exitoso en la del otro. Al mismo tiempo, se puede elegir entre las dos carreras, sin necesidad de que los colegiados tengan que esperar un golpe de fortuna como en antaño... aunque puede pasar aún hoy que un árbitro amargado termine en la línea de banda sin quererlo.

Querramos o no, la calidad de un árbitro asistente es saber sumergirse en un anonimato inversamente proporcional a sus responsabilidades.

A menos que se cometa el error del siglo o que se esté involucrado en un gol histórico como fue el caso con el Sr. Bachramov, quien quedará enternamente asociado con ese balón que entró o no en la meta en la final del Mundial 1966 entre Inglaterra y Alemania, el árbitro asistente no pasará jamás a la posterioridad.

No existe duda alguna, la función del árbitro asistente se subestima totalmente y sin motivo alguno. Para rematar, cabe revelar que en el sector financiero, la remuneración de los servicios de los jueces de línea es inferior a la de los árbitros.

No obstante, exigimos muchísimo de los anónimos de banda:

  • La humildad indispensable, ya que serán siempre los "segundos" y no tomarán jamás decisiones importantes (función reservada por estatutos al "patrón"), es decir, tienen que aceptar una tarea importante, pero sin recibir la recompensa total.

    • Juzgar las situaciones de fuera de juego _una fuente interminable de incidentes y discusiones sin fin-, corriendo de costado, contra las leyes de la naturaleza (ningún animal en el mundo hace esto por instinto) y bizqueando al mismo tiempo de manera que pueda ver simultáneamente el momento en que se jugó la pelota y la posición de los jugadores.

      • Juzgar en fracciones de segundos si la pelota ha traspasado la línea o no.

        • Observar lo que sucede a espaldas del árbitro, lo cual les aporta frecuentemente la reputación de "delatores", por más que se trate de una acción indispensable para la equidad deportiva.

          1+1+1=1!

          La constante búsqueda de la perfección es una ambición elogiable. Aún cuando no se puedan eliminar enteramente los errores, se deberá hacer todo lo posible para reducirlos a un mínimo. Existe siempre suficiente margen para cambios como:

          • formar tríos arbitrales acostumbrados a trabajar juntos y cuyas cualidades humanas deben someterse a las habilidades deportivas a fin de formar un grupo homogéneo que contradiga toda lógica matemática: ¡1+1+1=1! (es aconsejable añadir al cuarto árbitro a este trío).

            • aceptar la introducción de tecnologías como por ejemplo el sistema de sensores que se empleará en los Juegos Olímpicos para activar una señal del banderín al árbitro. Este sistema fue comprobado en partidos de la UEFA, después de haber aparecido por primera vez en la liga suiza.

              • ser conscientes de que existen también árbitras auxiliares.

                Finalmente, la experiencia ha demostrado que puede darse un mal arbitraje con buenos jueces de línea, pero raramente al revés. Una cosa es clara: no importa que los llamemos jueces de línea (hasta el 30 de junio de 1996) o árbitros asistentes (a partir del 1º de julio de este año), el lector habrá comprendido que estos servidores tan valiosos, pero subestimados, tienen toda mi admiración y reconocimiento total y tienen, además, el derecho de que todos en el fútbol opinen lo mismo.

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