Bora Milutinovic coached Mexico in the 1986 World Cup, Costa Rica in 1990 and the USA in 1994. He is now again coach of Mexico.


EL ENTRENADOR NO ES
SIEMPRE CULPABLE

La presencia en varios partidos del Euro 96 en calidad de observador imparcial, libre de toda presion a la que esta expuesta un entrenador durante un torneo, fue para mi un placer desconocido. Sin embargo, no me causo mucha gracia ver como mis companeros entrenadores fueron cada vez mas el centro de criticas a medida que transcurria el Euro 96.

Por lo visto, existe un prejuicio según el cual los entrenadores son responsables de todo lo que no funcione bien en el fútbol. En cierto modo, es una ampliación de la opinión que toda victoria es mérito de los jugadores, mientras que toda derrota es culpa de los entrenadores.

En la actualidad, los medios de difusión -una imagen de la sociedad- ponen a los entenadores en un pedestal que ellos mismos no desean ocpuar. En el entorno futbolístico, el entrenador ha de ser un verdadero líder, una importante figura pública, una estrella. Este estatus es más bien una cuestión contemporánea, pero la idea de que el entrenador es el responsable del resultado, es un asunto antiquísimo.

Estoy convencido de que la mayoría de los entrenadores no tendría inconvenientes en retornar a la antigua jerarquía en la cual los jugadores eran considerados más importantes. Sin embargo, el fútbol -un deporte de equipo- parece reforzar la característica inicialmente mencionada, tanto más que los jugadores individuales deben ceder en favor de la colectividad. Y esta colectividad requiere la dirección de un entrenador. Al menos ésta fue la opinión de numerosos observadores del EURO 96 - una opinión que puedo compartir.

Es natural que el entrenador tenga una idea básica del tipo de equipo que desea formar. No puede alinear simplemente jugadores que correspondan a una determinada estrategia táctica, ni puede desarrollar una táctica determinada simplemente en base a los jugadores de los que dispone. La personalidad de los jugadores continuará siendo una condición clave para que el entrenador, particularmente el entrenador nacional, los convoque. En retrospectiva, todos los "grandes" jugadores del pasado fueron futbolistas con mucha personalidad. Esto sigue siendo así en la actualidad, independientemente de la importancia que se le dé a la colectividad.

Sin embargo, lo que cuenta, en definitiva, es ganar los partidos - aún cuando muchos de nosotros nos dejemos llevar por el deseo nostálgico de combinar el juego con el entretenimiento, lo cual no es una aspiración desechable. La realidad, empero, es diferente: se juega para ganar. Los equipos más atractivos de EURO 96 -Francia, Portugal, Croacia- fueron eliminados prematuramente, pese a sus magníficas actuaciones en los partidos de grupo. ¿Cuáles serán las enseñanzas que ha dejado esta circunstancia?

Fue beneficioso el haber estado presente en los estadios ingleses. No sólo por su ambiente tan especial, sino también por el hecho de que para los entrenadores la televisión no podrá sustituir nunca un lugar en las gradas para analizar los equipos y partidos. El motivo principal es la velocidad del juego moderno. La televisión simplemente no puede mantener el paso con todos los sucesos en el terreno de juego. Y para el entrenador concienzudo, que se quiere preparar para partidos venideros, no existe nada más valioso que poder observar lo que él desea ver y no lo que la cámara de TV desea mostrar.

Otra crítica muy divulgada contra los entrenadores después del EURO 96 fue que limitaron demasiado el radio de acción de sus jugadores, una opinón que no puedo aceptar de ninguna manera. El entrenador, que ha depositado su confianza en los jugadores por el mero hecho de convocarlos, alentará a cada futbolista a actuar en forma activa y no sólo en virtud de lo que sucede durante el juego. Los entrenadores prefieren a los jugadores con iniciativa y no a aquéllos que se limitan a truncar únicamente la iniciativa de sus adversarios.

La estadía en Inglaterra, particularmente en Newcastle, me recuerda la declaración de Kevin Keegan en la temporada pasada en cuanto a su determinación de continuar jugando un fútbol atractivo, independientemente de los resultados. Se requiere valor para decir algo así y el entrenador del Newcastle United merece todo mi respeto. Sin embargo, como dije anteriormente, lo que cuenta en definitiva son los resultados.

El hecho de ser entrenador es un acto de equilibrio entre romanticismo y facultades prácticas - a sabiendas de que si se fracasa, la culpa la tendrá siempre él.

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