Cuando Charles Goodyear, el inventor norteamericano, ganó una medalla de oro por su pelota de goma en la Exposición Universal de París en 1854, no sabía que iniciaba una revolución en el deporte y en los juegos. Pelotas con un interior de goma (pues de pura goma rebotarían demasiado) cambiarían la forma del golf, del tenis y del fútbol más que cualquier otro factor.
A partir de 1870, surgieron fábricas a todo lo largo de Gran Bretaña, donde no solamente se producían pelotas a bajo precio para un consumo masivo, sino tambien un sinnúmero de otros implementos para el nuevo juego: gorras, ropa deportiva (camisetas de punto y anchos pantalones cortos), medias, botas de fútbol y espinilleras.
Al mismo tiempo surgió una gran industria de gorras y escudos distintivos tanto de los clubes como de los países.
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