espués de 24 años, el Dr. João Havelange se retirará de su cargo de Presidente de la FIFA el 7/8 de junio de 1998 en el Congreso de París. En las siguientes cuatro páginas reproducimos un balance completamente personal del presidente que se retira de sus funciones. FIFA Magazine: Señor Presidente, ¿recuerda sus primeros pasos en la FIFA? Dr. João Havelange:Sí, muy bien. El 11 de junio de 1974 fui elegido Presidente de la FIFA en el Congreso de Francfort. Unos días antes de la final de Munich, me preguntaron si quería dirigir la sesión del Comité Ejecutivo. Cuando vi el orden del día con todos los problemas palpitantes de la FIFA, me quedé pasmado. Además, querían que nombrara los nuevos miembros de todas las comisiones y todo esto sin conocer la FIFA. Me daba la impresión de que me habían puesto una trampa
Reuní a los vicepresidentes antes de la sesión y les dije que me dieran dos meses de tiempo. Luego nos reuniríamos en Zurich y manifestaría mi posición respecto a todos los puntos y además presentaría mis propuestas. Los vicepresidentes estuvieron de acuerdo, los puntos del orden del día fueron aplazados y la primer sesión duró únicamente 20 minutos. O sea que lo primero que hizo es informarse sobre la FIFA. Sí, y ya en esa fase tuve algunas experiencias extrañas. Por ejemplo, cuando estuve invitado por primera vez a una sesión del International Board, en cuya cena de gala se exigía vestir traje de etiqueta y a la cual estaban invitadas también las esposas de los miembros, yo no sabía de todas estas etiquetas, o sea que aparecí sin mi señora y sin "esmoquin". A continuación escribí una carta de excusa a todos los miembros. Es imposible hacer un balance general de su mandato, ¿podría, por lo tanto, poner de relieve algunos puntos? Sí, duraría posiblemente un mes si quisiera entrar en detalles. Cuando asumí la presidencia, tenía un programa de siete puntos, que he cumplido enteramente. Tomemos como ejemplo la sede de la FIFA en Zurich. En 1974, trabajaban solamente siete personas en la FIFA, y en la casa vivían el secretario general, su señora, dos perros y un gato. Las sesiones se celebraban fuera de la villa. Mi intención era construir una nueva sede, lo cual no me fue concedido al inicio. A continuación, mandé hacer una lista con los gastos anuales en los que se incurría debido a las sesiones celebradas fuera de la sede. Con estas cifras fui al banco, el cual me concedió un crédito, cuyos intereses equivalían exactamente a la suma en cuestión. A fines de los años setenta, se inauguró la actual FIFA House, donde trabajan actualmente setenta personas. ¿Finanzas? En 1974 teníamos dos competiciones. El Campeonato Mundial y el Torneo Olímpico de Fútbol. Hoy contamos con ocho torneos. En aquel entonces, los equipos participantes tenían que cargar con sus propios gastos de viaje y estadía; hoy día, es la FIFA quien asume dichos costos. Lo mismo sucede con los delegados del Congreso, de los simposios, etc. Los 70 millones de francos, generados por los ingresos de TV en 1978, ascendieron a 1,2 mil millones en el Mundial 2002 y a 1,5 mil millones en el 2006.
En 1978 participaron por última vez 16 equipos en un Mundial. El número de participantes aumentó a 24 y ahora incluso a 32. Este incremento es un reflejo de la importancia del fútbol y de los enormes esfuerzos realizados en los programas de desarrollo para fomentar el fútbol en todo el mundo. Africa disponía de un único lugar en 1974; en el Mundial de este verano en Francia contará con cinco lugares. ¿Política? Bien, el deporte no es política, pero a veces no se puede evitar que se crucen. Hubo dos casos muy delicados. Por una parte, Israel. Después de la masacre de la delegación olímpica de Israel en 1972 en Múnich, quería evitar a toda costa que esto se repitiera. Primero hemos logrado que Israel se separara de Asia y se afiliara provisionalmente a Oceanía, antes de que se convirtiera definitivamente en miembro de la UEFA. Por otra parte, existía el conflicto entre China y Taiwán. Después de cinco años, pude concluir finalmente un convenio con China y firmar un acuerdo relacionado con el nombre de las dos asociaciones. No obstante, la gente en Taipei no querían aceptar el nombre de "Chinese Taipeh FA". Alegaban que ellos eran China y que no firmarían. Les respondí que me concedieran un minuto. Saqué un objeto de mi maleta en la cual figuraba "Made in Taiwan". Nadie dijo nada, firmaron, y China retornó a la FIFA en 1980. Aún queda por solucionar el problema de Palestina. ¿Cuál es el problema que más le preocupa?
El segundo punto está relacionado con la niñez. He visitado casi todos los países del mundo, la mayoría incluso dos veces. En estos viajes, me parte el corazón ver tantos niños abandonados y desamparados. Por este motivo nos hemos adherido a la organización Aldeas Infantiles SOS, la cual trabaja activamente en 128 países, para ayudar financiera y moralmente a estos niños. Es una obligación para la FIFA emprender algo en este contexto. ¿Cómo ve el futuro del fútbol y donde están los peligros? El fútbol no es una mera disciplina deportiva, sino que es la única orientación universal que existe. Es el deporte más democrático, todos se comunican entre sí, en los estadios todos son iguales. La democracia en el fútbol es inminentemente importante, ya que el fútbol es respaldado por todos los seres del planeta. Hay que cuidar con mucho esmero el fútbol, pues es el crisol en el que se funden las diferencias sociales y étnicas. Sería muy triste si se dejaran de observar estos principios.
La mayor alegría es haber realizado todos mis sueños en relación con mi cargo. El fútbol se ha convertido en la organización más grande y más respetada del mundo. Mi mayor orgullo es haber sido recibido por todos los jefes de Estado de este mundo. Y, como católico, tuve el placer especial de haber sido recibido tres veces en audiencia por el Papa. ¿Qué significaría para usted ser nombrado presidente honorario de la FIFA en el Congreso? Sería un enorme honor. Sería la culminación de mi trabajo en el deporte y una recompensa para todo lo que he rendido. Un nombramiento tal me conmovería profundamente y lo aceptaría con gran agradecimiento.
El 12 de julio, después de la final del Mundial, entregaré la Copa Mundial al Presidente francés Jacques Chirac y él la entregará al capitán del equipo ganador. Al próximo día viajaré a Zurich, donde estarán ya vacíos todos los armarios y cajones de mi oficina. En 24 años no he cerrado nunca a llave mi escritorio; todos mis cajones y armarios han estado abiertos, accesibles para todos. No tengo secretos. A propósito, he contestado –sin excepción– todas las cartas que se me han escrito. El 16 de julio volaré a casa y tendré finalmente más tiempo para mi señora y mis tres nietos, quienes tienen ya 24, 21 y 18 años y a quienes no he tenido la fortuna de ver crecer. Quizás me queden algunos años de vida si Dios quiere. ¿Qué hará profesionalmente? Con excepción de mi compañía de autobuses, me retiraré de todas mis demás empresas y me dedicaré sólo a dicha firma y a mis nietos y mi señora. Ella es la única que puede lamentarse, ya que no estuve casi nunca en casa en estos últimos 24 años. Ni siquiera recientemente, cuando tuvo que operarse de la rodilla y usar muletas durante seis meses.
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