Los pentacampeones, agotados, siguen de fiesta.
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SAO PAULO, Brasil, jul 3 (Reuters) - Más de 40 horas después de partir de Japón con la Copa del Mundo, la selección brasileña de fútbol seguía el miércoles poniendo a prueba su resistencia en medio de celebraciones continuas.
Por su parte, los torcedores se mostraron enojados por que sus héroes no pasan suficiente tiempo con ellos.
La situación se tornó peligrosa la noche del martes en Río de Janeiro cuando los hinchas enojados apedrearon el autobús en que viajaba la selección y rompieron varios de los cristales de la ventanas del vehículo.
Con ocho horas de atraso en el plan previsto para las fiestas de recibimiento, la delegación brasileña llegó a Sao Paulo a las cuatro de la madrugada, en la tercera y última parada antes de poder marcharse a sus casas.
Primero festejaron en Brasilia, donde fueron recibidos por el presidente Fernando Henrique Cardoso y después en Río. Las festividades en Brasilia se prolongaron más de lo esperado y dejaron a los hinchas en Río esperando durante varias horas.
Tras departir durante un rato con los aficionados, el director técnico Luiz Felipe Scolari pidió comprensión a la gente congregada en las playas cariocas y les dijo que debían marcharse al aeropuerto.
Fue entonces que los torcedores molestos comenzaron a lanzar piedras contra el autobús que conducía a la selección.
Las festividades de recibimiento comenzaron el martes en la mañana en Brasilia, donde medio millón de personas esperaba a la delegación.
El miércoles un grupo, que no incluía a Scolari, al capitán Cafú y a otros seis jugadores, se fue al Sambodromo de Sao Paulo, donde los agotados jugadores estuvieron apenas media hora con los aficionados.
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